Trama Estelar by Brian W. Aldiss

Trama Estelar by Brian W. Aldiss

autor:Brian W. Aldiss [Aldiss, Brian W.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Ciencia Ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1963-12-31T23:00:00+00:00


SECTOR VERDE

Kakakakaxo está siendo colonizado actualmente por millares de hombres, mujeres y niños procedentes de los mundos subdesarrollados del Rift.

Ahora ha llegado, pues, el turno de olvidar que los métodos de anticoncepcionismo mental fueron formulados en el acuoso mundo de Banya Ban, en el Sector Verde, hace cincuenta eras. Por tanto, no es sorprendente que tardasen tanto en extenderse por toda la galaxia, ateniéndose a la Teoría de la Superanualidad Multigrado, que se refiere a la aceptación de las ideas a medida que van apareciendo.

Banya Ban ha cambiado casi tanto como Droxy y Dansson en las últimas cincuenta eras. Es un mundo de inmensa inventiva con poco impulso. Estas características se evidencian en Banya Ban, en su literatura y en su forma de vivir, como demuestra el siguiente relato.

I

La manera de contar el tiempo en Mudland era ingeniosa. Doble A tenía una fila de palitos encajados en el fango, en la más absoluta oscuridad. Con sus grandes y esponjosas manos, que a veces nada tenían que ver con él, cogía los palitos uno a uno, contándolos a medida que los cogía, a veces como números, a veces con abstracciones tales como pájaros lira, mohosos tornillos, atizadores o hierbajos.

Continuaba esta operación ceñudamente, con las manos contra el tiempo, hasta que la libertad y antigua sensación de degradación nublaba su cerebro y se olvidaba de lo que estaba intentando hacer. Las gotas hepáticas de la indigestión mental que formaban su proceso cerebral se apoderaban de su cuenta. Y cuando luego reflexionaba sobre el momento en que había tenido lugar aquella niebla mental, sabía que había ocurrido en el momento mismo en que se había presentado. Entonces, podía adivinar cuán adelante o detrás del presente se hallaba, y podía darle a este factor un nombre adecuado… aunque más tarde decidió que todos aquellos factores podían clasificarse bajo el nombre genérico de Pauta, por lo que denominó al tiempo actual Reloj Pauta.

Se imaginó al Reloj Pauta como un gran soldado rojo con los bigotes barriendo la rosada laguna de su rostro. Muy a menudo, digamos el día de paga, repiqueteaba con unos lindos y diminutos cucos que salían por sus orificios. Como un adicional toque de humor, Doble A hacía oscilar el péndulo.

Con esta trampa genial, estaba aboliendo lentamente el tiempo, convirtiéndose él mismo en el primer profesor de un ignorado quantum. Sin embargo, los experimentos no obtuvieron un éxito completo, ya que de vez en cuando su tanteo se comunicaba a sus manos, y regresaban a él, palpando por el fango. A veces las mordía, pero tenían mal sabor y no le contestaban.

—Tú eres el intelecto —le parecía oír que le decían—. Pero nosotros somos los instrumentos de tu intelecto. Trátanos bien, y sin sal.

II

Otro experimento atañía a las tinieblas.

Tendido siempre en el barro con sus piernas amputadas, por desgracia representaban una obligación. Doble A tenía que reconocer que no había nada concluyente en sus degradación, puesto que había empezado a… no, nadie le obligaría a usar la frase «disfrutar del barro», pero



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